Las frutas frescas no necesitan condiciones especiales de conservación (basta con lugares frescos, secos y protegidos de la luz solar), aunque podemos guardarlas en la parte menos fría de la nevera, siempre aisladas de otros alimentos para aumentar su vida útil.
- Frutas delicadas: hasta 2 días (fresas, moras, etc.)
- Frutas con semilla grande: hasta 7 días (ciruelas, albaricoques…)
- Cítricos: hasta 10 días (naranjas, mandarinas, limón y lima, etc.)
- Bananos: se ennegrecen si los guardamos en la nevera, eso sí, sin perder su calidad nutritiva. El oscurecimiento de la piel puede evitarse si los envolvemos en papel de periódico.
No debemos guardar juntas frutas de corta conservación (plátanos, melocotón, peras…) con las de larga conservación (cítricos, manzanas…), ya que pueden producirse sabores extraños y deteriorarse más fácilmente.
Cuando se dispone de más fruta de la que se puede consumir o se desea degustar una fruta de temporada en otra época del año, podemos recurrir a la congelación. Las frutas más adecuadas para la congelación son: piña, manzana, albaricoque, cítricos y fresa. Respecto al grado de maduración, generalmente la fruta se considera apta para la congelación cuando ha alcanzado el momento apropiado para su consumo fresco.